La muerte de Andrés Escobar, ocurrida el 2 de julio de 1994, fue uno de los hechos que más ha conmocionado al país y al mundo en los últimos años.
Lo primero que debemos hacer es ponernos en la situación del territorio en esos tiempos. Colombia era uno de los países más inestables en esos momentos. Pese a la reciente muerte de Pablo Escobar, las calles de las principales ciudades del país seguían siendo el patio de recreo de grandes bandas de narcotraficantes y sicarios, mientras que las zonas selváticas eran territorio de los paramilitares. La crisis económica y social era de proporciones bíblicas. Sin embargo, en medio de las tinieblas, la gran selección que presentó Colombia al mundial de EEUU se convirtió en un pequeño punto de luz y de ilusión para todos. Un equipo en el que sobresalían jugadores históricos como Valderrama, Rincón o Aspirilla bajo el mando de Maturana. Dentro de la selección también se encontraba el central Andrés escobar, capitán del Atlético Nacional.
Sin embargo, todas las ilusiones se desvanecieron cuando el equipo cayó eliminado en primera ronda contra todo pronóstico. Tras perder el primer partido ante Rumanía, Colombia se jugaba la vida ante los anfitriones, contra los que acabaron perdiendo en un partido en el que Escobar anotó un autogol.
Diez días después, con el equipo eliminado y ya en su Colombia natal, Andrés se encontraba de madrugada con sus amigos en una discoteca. Allí, dos conocidos narcotraficantes, los hermanos Gallón, comenzaron a increparle. A la salida de la discoteca, Escobar se volvió a encontrar con Santiago Gallón. Tras un rifirrafe entre ambos, Humberto Muñoz, chófer de los Gallón, disparó con su arma hasta en seis ocasiones contra el “Caballero” (sobrenombre con el que le conocía la afición de Atlético Nacional), ocasionándole la muerte.
Durante la investigación de su asesinato, no se pudo demostrar que el hecho tuviese relación alguna con el mundo de las apuestas, pero se cree que es más que posible que la influencia de los apostadores en el trágico suceso sea real.
Tres días antes de su muerte, Andrés Escobar escribía un artículo de opinión en un periódico local que finalizaba con las siguientes palabras (en referencia a la eliminación del equipo): “la vida no termina aquí”.
La muerte de un prometedor jugador (estaba a punto de fichar por el AC Milan) y de un caballero (como le describían los que le conocían) devolvió a los colombianos a la realidad, una realidad marcada por la muerte, la violencia y las drogas.
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